martes, 23 de agosto de 2011

capitulo 7






Nada más llegar a un teléfono, Félix llama a su casa. Toma la llamada Milagros. Se queda muy impresionada al saber que ese hombre que la sedujo por primera vez ha muerto.
--¡¡eso no es posible... que desgracia¡¡
--Parece que lo sientes... ¡¡él te violó no puedes sentir su muerte...¡¡es lo que se merece¡¡
--¿¿como puedes decir una cosa así?¡¡era tu padre¡¡
LLeno de rabia, Félix dice:
--¡¡no vuelvas a decir eso... no se lo merece¡¡
--bueno... papá está muy enojado... pero supongo que ahora vas a volver en seguida...
Félix sonríe con ternura al recordar la sonrisa de la viuda de su padre. Desea volver a verla.
--no sé... ya que estoy aquí me quedaré unos días... hecho el gasto... pero dile a papá que no se preocupe... todo está bien...
Félix se despide de su hermana. Luego busca donde alojarse. Después de darse una buena ducha, cae tumbada en una pequeña cama sin dejar de pensar en Roberta:
--¿que haría con una mujer como esa? era mayor que él... tiene un hijo de mi edad, pero no lo dice papa... tiene que ser de ella... una pobre infeliz... Se ve muy especial... demasiado especial para un tipo como ése y quien debe ser el pequeño... ¿hijo de los dos?
Le emociona pensar que un hijo de esa mujer que lo ha cautivado pueda ser su hermano. Sólo por ser hijo de ella le gusta la idea. Félix da vueltas en la cama sin saber si debe acercarse a ellos o no. Desea conocerla:
--¿y qué le digo? no le puedo decir que su marido era un desgraciado y que no sé porqué la quiero conocer ¿qué me está pasando?¿qué?
El recuerdo de la mirada de ella se le repite una y otra vez:
--tengo que verla... tengo que verla otra vez... pero que le digo... ¿y si me presento como el hijo de su marido?
Pensar en eso le produce rechazo:
--¡¡no, no te puedes presentar como hijo de ese hombre... eso nunca¡¡¡yo odio a ese hombre y tengo que odiar a su viuda... no debo pensar en ella... no debo¡¡
Aunque desea odiarla sonríe con ternura pensando en ella y se queda dormido con el recuerdo de la mirada de esa mujer.

Al día siguiente, Roberta está en su casa de negro y amargada. Bartolomeito juega al balón dentro de la casa. Su madre lo regaña:
--aquí no se juega al balón, ya lo sabes que en el salón no me gusta que juegues al balón...
--pero es que me aburro y no me dejas salir...
--ya te he dicho que esperes a tu hermano...
--pero es que aún va a tardar...
--claro, tiene que trabajar.
-- ¿no me puedes acompañar tú?
A Roberta le da pena desatender a su hijo y a pesar que no tiene nada de ganas decide acompañarlo a la plaza que hay delante de su casa. Mientras el niño juega, Roberta trata de distraerse leyendo una revista aunque no se concentra en nada. En seguida se acerca a ella algunas vecinas que desean saber del estado de la viuda. Roberta no tiene ganas de hablar con ellas y trata de sacárselas de encima. Sin saber muy bien para qué, Félix regresa a esa casa. A Roberta no la ve porque le tapan las vecinas pero sí reconoce a Bartolomeito y se acerca a él. Aprovecha que el balón cae a sus pies para devolverse y así acercarse a él:
--hola... le pegas muy duro... ¿puedo jugar contigo?
--bueno...
El uno tira y el otro se la devuelve.
--¿como te llamas?¿de donde vienes?
--me llamo Félix ¿y tú?
--Bartolomeito . ¿no eres de la ciudad no?
--no soy del interior... ¿y porqué estás triste? te noto la mira triste... --dice para sacar el tema.
--se me murió mi papá...
Félix se emociona al pensar que ese niño que tiene delante es su hermano. Se pone en cuclillas y le dice acariciándolo:
--¿Era tu papá...? ¿tu papa se murió...?
--perdona... ¿quieres algo...? --es la voz de Roberta.
Félix se estremece todo. No sabe a ciencia cierta a quien pertenece esa voz que se le ha clavado muy dentro pero:
--tiene que ser ella --piensa con ansiedad.
El sentir a esa mujer que tanto le impresión justo detrás de él hace que le tiemble todo. Se gira un poco para asegurarse que es ella. La presencia de esa mujer lo deslumbre. A pesar de su amargura, de su tristeza, se siente hechizado. La dulzura de Roberta lo conmueve y se le olvidan todos sus odios y rencores. Se levanta, no sabe lo que siente pero le gusta. La seducción del guapo joven atrae a Roberta a pesar de su dolor. Los dos se miran frente a frente. Sienten algo que recorre sus cuerpos. Ninguno de los dos sabe que es lo que les pasa pero les gusta. Mientras la pareja se mira fijamente, Bartolomeito dice:
--Mamá, es un amigo mío, se llama Félix... Viene del interior.
Roberta mira a Félix con intensidad. Con cierta ilusión. A él le sorprende pero le gusta. Con ansiedad, Roberta le pregunta:
--¿Félix?¿Félix Ortega?
--así es... --responde Félix sorprendido.
Roberta lo abraza y Félix se estremece:
--ya te dijo Rafael que yo tenía tantas ganas de conocerte... ¿verdad?... me sentí tal mal, perdona por no avisarte yo de la muerte de tu papá, le dije a mi hijo mayor que tratara de ubicarte, lo hizo, verdad? por eso estás aquí?
--sí --dice él fascinado por el interés de esa mujer.
Roberta lo acaricia con mucha ternura, aunque no la ternura de una madre sino la de una mujer. Él así lo siente y lo disfruta aunque le duele tener que actuar como hijo de ese hombre pero no se atreve a decir que odiaba al difunto, que no lamenta su muerte y que vino a vengarse. Además que entonces tal vez le tendría que decir que cambió de opinión porque le gusta ella. Roberta lo acaricia impresionada:
--su hijo... su único hijo
--¿y él...? --pregunta señalando al niño.
--Bartolomeito es el hijo de mi ex marido... Yo soñé tanto con tener un hijo de tu padre pero cuando me embaracé lo perdí.
Félix se da cuenta que esa mujer quiso mucho a su padre y le dan como celos, Roberta lo mira fascinada y a él le gusta como lo trata. Se excita al tenerlo cerca.
--me enteré que sufrió un aborto, lo siento mucho...--dice él acariciando la mano de ella con timidez.
--gracias, fue muy duro pero que te voy a contar... Era tu padre. Supongo que aunque apenas se conocieron pues lo debes sentir tanto como yo. Tengo tantas cosas que preguntarte. Tú fuiste el último que lo viste, ¿porque regresó tan pronto?¿porqué no viniste con él?
Félix no sabe qué decirle. No le puede decir la verdad. Bartolomeito le da un estirón de la manga:
--amigo --le dice.
Félix se pone en cuclillas:
--dime...
--¿tú eres hijo de mi papa?¿de mi papá Rafael?
A Félix le gusta sentirse unido a esa gente y sin pensar dice:
--si.
Luego se siente mal. No le gusta haber reconocido que Rafael era su padre y menos porque le gusta su viuda. Mira a Roberta que medio sonríe con ilusión. Félix sonríe también. Roberta no sabe porque se siente tan bien al lado de ese chico y aunque desearía verlo como a un hijo. No puede.
--entonces eres mi hermano...¿no? –pregunta el pequeño.
Félix lo trata con cariño porque sabe que es el hijo de esa mujer cuyos impresionantes ojos lo ahogan como el mar. La ola de sus ojos lo ha atrapado y lo arrastra hacia ella. Félix siente que ya no desea irse de ese lugar.
--si claro... somos hermanos... ¿y te gusta?
Bartolomeito lo abraza:
--si yo quiero tener muchos hermanos...
Roberta está muy emocionada. La visita de ese chico ha borrado la tristeza de su rostro.
--¿y te vas a quedar a vivir con nosotros para siempre? --pregunta Bartolomeito con ilusión.
Félix mira a Roberta y piensa:
--que más quisiera yo.
Roberta también desearía que se quedara pero no se atreve a proponerse pero sí dice:
--de momento se queda a pasar unos días ¿verdad? viniste para eso.
--si claro... --pregunta Félix encantado por la invitación.
Félix sonríe muy seductor y esa sonrisa descongela la frieldad que se estaba instalando en el alma de Roberta. Cada vez se siente mejor en la presencia de ese chico al que acaba de conocer. Roberta lo toma del brazo y los dos se sienten muy bien. Desea llevarlo a su casa y alejarlo de las miradas chismosas.
--ven, entremos...
Bartolomeito toma de la mano a su nuevo hermano. Félix mira a Roberta enamorado y ella le sonríe con ilusión.

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