martes, 23 de agosto de 2011

capitulo 8




Roberta le enseña la casa a Félix. Los dos se miran a los ojos, están fascinados.
--¿y cuanto tiempo tenías pensado quedarte?
--No lo sé... por tiempo indefinido...
--y tus cosas...?
--pasé la noche en una pensión.
--¿y porqué no viniste directamente? Esta es la casa de tu padre y por lo tanto tu casa...
--es que no quería molestarles...
Roberta desea acariciarlo como si fuera su madre pero no lo hace porque le da vergüenza, y es que a pesar que hace apenas unas horas que ha perdido a su marido, su instinto de mujer está en alerta ante ese joven tan guapo.
--tú no molestas... ¿cómo iba a molestar el hijo de mi marido...? con las ganas que yo tenía de conocerte...
Félix sonríe coqueto:
--¿usted me quería conocer?¿porqué?
--pues no lo sé... ya que yo no tuve hijos con él, quería estar cerca de su hijo...
--pero usted sabe que yo llevo el apellido de otro hombre, él es mi padre...
--lo sé, y no justifico a Rafael pero tampoco hay que juzgarlo. Ya la vida lo castigó, se murió cuando recién se conocieron... ¿hablaron verdad?¿que se dijeron?
--bueno, en realidad... --dice Félix nervioso.
No sabe qué decir para no herir a Roberta y tampoco a Bartolomeito que detrás de él los escucha con atención.
--espero que no fuera mal... almenos que mi Rafael se muriera feliz por haberte podido abrazar... ¿no le guardas rencor no?
--No claro... --dice sinceramente.
Y es que la mirada de ella no entiende de rencores, mirándola a los ojos no puede sentir odio.
--que bueno... mira este es el dormitorio de mi hijo Juan Segundo... hay dos camas así que tu dormirás con él... espero que no te importe...
--no claro, pero no quiero molestar...
--si no es molestia... ahora cuando venga vais en su auto a recoger sus cosas de la pensión y ya te quedas aquí el tiempo que sea necesario.
--está bien --dice el chico muy excitado al pensar que estará tan cerca de esa mujer.
Van al comedor y mientras Félix juega con Bartolomeito , Roberta le va a preparar un jugo. Desde la cocina, Roberta dice a Félix:
--si quieres llamar a tu casa para decir que te quedas en casa de tu padre...
--no, ya está bien...
Roberta sale con el jugo:
--tu madre seguro que estará preocupada, las madres siempre nos preocupamos...
A Félix se le escapan las lágrimas.
--dije algo malo? espero que a tu madre no le sentara mal la visita de mi marido... Ella ya rehízo su vida... Yo fui la que insistió en que Rafael te buscara, espero que tu madre no se molestara...
Félix mira a esa mujer con el rostro desencajado:
--¿¿¡fue idea de usted?¡
Roberta no entiende el cambio de él:
--no me trates de usted... pero sí, Rafael nunca se habría atrevido, yo te localicé, yo quería hacer ese viaje con él pero no pude... me sentía mal... yo no lo sabía, pero estaba embarazada...
El dolor de ella lo calma, le duele pensar que en cierto modo esa mujer es la responsable de la muerte de su madre y de lo que supuestamente le pasó a su hermana pero no la puede odiar. Sabiendo que le pasa algo, Roberta acaricia a Félix en su mejilla. Él siente un escalofrío de placer por todo el cuerpo.
--¿qué te pasa?¿por qué tan triste? Yo no te quiero poner mal, pero me gustaría saber lo que hizo mi marido en sus últimas horas de vida y eso sólo me lo puedes decir tú.
Félix acaricia la mano de esa mujer con timidez. No la puede lastimar y decirle que la última persona que vio a su marido con vida fue su hermana y porqué.
--dime, en confianza... ¿es que causó algún problema la llegada de mi marido? porque si fuera así la culpa sería mía y me sabría muy mal.
Félix sonríe con tristeza a esa mujer que lo fascina:
--bueno, en realidad apenas pudimos hablar...
--¿y eso?
Félix no puede evitar la amargura en su rostro:
--por favor, dime... pasara lo que pasara quiero saberlo... ¿se enojaron? -dice Roberta con desesperación.
Félix tiene miedo que si ella sabe que pegó a su padre lo rechace y le importa demasiado lo que ella piensa de él.
--bueno... lo que pasa es que mi madre estaba enferma... del corazón... justo cuando llegó él había fallecido y no lo pude atender.
Roberta lo lamenta sinceramente. Lo abraza:
--te acompaño en tu dolor, de veras que lo siento mucho...
Félix llora en silencio pero su pena no es tanto refugiado en ella. Bartolomeito se le acerca y lo acaricia:
--no estés triste... te puedes quedar con nosotros... --le dice al niño.
Félix sonríe con tristeza. Él y Roberta se aparta sofocados. Los dos piensas que eso tan "extraño" que les está pasando sólo le pasa al uno y no desea que el otro, y mucho menos Bartolomeito , se den cuenta de nada.
--¿así tu padre murió sin hablar contigo?
El rostro de Roberta se llena de lágrimas y a Félix le duele que se ponga triste y por eso le miente y le dice:
--en realidad cruzamos pocas palabras... quedamos que yo lo vendría a buscar y por eso me dio su dirección... Yo no sabía que había muerto cuando llegué aquí me enteré de la noticia, por eso me fui a una pensión... No sabía si quedarme o no...
Roberta lo abraza impresionada:
--¡perder a tus padres así, a la vez¡¡lo siento tanto, pero esta es tu casa y si ya tu madre no está... pues estoy yo... yo te cuido encantada... esta es tu casa... te puedes quedar a vivir aquí si quieres¡
Roberta lo ha dicho sin pensar, luego él y ella se miran y suspiran. Bartolomeito salta contento:
--¡¡viva, tengo otro hermano¡¡¡y vamos a estar los 3 hermanos juntos¡¡
Roberta y Félix no dejan de mirarse fascinados.

Juan Segundo llega a la hora de la comida. Se sorprende al ver a un extraño jugando con Bartolomeito mientras Roberta está en la cocina. Félix se levanta nervioso y se pone frente al hijo mayor de Roberta.
--hola --dice Félix.
Juan Segundo lo mira en silencio, pregunta con la mirada a su hermano quien es ese desconocido. Bartolomeito abraza a Juan Segundo y le dice:
--mira, es Félix, es nuestro nuevo hermano... va a vivir con nosotros...
--¿¿que es todo esto? --Juan Segundo,
Félix no sabe qué decir. Roberta sale de la cocina. Se la ve más animada y se ha quitado la blusa negra que llevaba y se la ha cambiado por un suéter verde. En la mañana Juan Segundo la vio destruida y ahora no entiende porque está feliz.
--veo que ya has conocido a Félix... el es Juan Segundo... mi hijo mayor...
Los dos chicos se dan la mano guardando las distancias.
--Félix es el hijo de Rafael... ¿tú no lo avisaste de que murió su papá?
--bueno, en realidad no supe cómo dar con él... --se justifica Juan Segundo-- lo siento.
--no importa --dice Roberta-- ya está con nosotros... su madre acaba de morir.
--Vaya, pues lo siento... --dice Juan Segundo dando un abrazo fraternal a ese chico.
Roberta está encantada de que sus dos hijos se lleven tan bien con Félix.
--¿y te quedas a vivir con nosotros? --Juan Segundo.
--en realidad no sé, me vendrá bien cambiar de aires... pero no quiero molestar --Félix.
--no molestas nada... aquí tienes una casa y ojalá te quedes siempre... --Roberta.
A Juan Segundo no pasa desapercibida la manera en la que se miran y aunque no entiende bien sólo por ver a su madre tan feliz no le importa nada más.

En la noche, Juan Segundo y Félix están ya preparados para ir a dormir. Los dos están en boxers. Hablan de sus cosas, de lo que le gusta a cada uno, de chicas. Félix se siente incómodo pues teme que descubra que le gusta su madre.
--así no tienes novia?¿pero te gustara alguna no?
--es que en mi pueblo pues no hay mucho para elegir... en verano he podido tener algún romance con alguna turista que se perdía... pero nada más... Tú habrás tenido más suerte... ¿no?
--no creas... --dice Juan Segundo con amargura.
En realidad Juan Segundo no quiere hablar de él, quiere entender lo que está pasando entre su madre y Félix:
--¿y dime una cosa en confianza?¿alguna vez te has acostado con una mujer mayor, así como mi madre...?
Félix se atraganta sintiéndose descubierto mientras que Juan Segundo no le saca los ojos de encima analizando su reacción.

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